Sobreviví el Huracán María. Fueron muchas horas de susto, incertidumbre y de escuchar desgarradores sonidos que avisaban que ya no quedaría nada en el patio. Escuchamos y vimos techos ser arrancados por la furia de los vientos. Luego del mal tiempo puedo decir que Dios nos guardó, preservó nuestra vida y pertenencias y eso es más que suficiente para estar eternamente agradecidos. Muchos otros en Puerto Rico no pueden decir lo mismo y hasta el día de hoy no han podido llegar a sus casas por lo obstruido de los caminos.
Salimos y vimos la destrucción masiva. No quedaron casi árboles con hojas, si quedaron de pie. No hay energía electrica ni agua ni comunicación telefónica ni internet en mi casa y en muchos lugares, pero estamos saludables, bien y vivos y eso es lo que importa.
En el aspecto laboral y económico muchos hemos sido sacudidos y tocados. Muchos se encuentran contando las horas para salir en un vuelo a un destino con la esperanza de poder comenzar de nuevo y seguir viviendo. Otros esperamos pacientes que el país se reestablezca lentamente para seguir aportando a la economía ya lastimada.
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