DIOR: una explosión sesentera que cobró vida

Escrito por Pedro Lázaro

En el desfile otoño e invierno DIOR 2024-2025, la directora creativa, María Grazia Churri incorporó el arte en un evento de gran relevancia para la casa de modas como aquellos desfiles de la década del sesenta, aquellos pases vanguardistas de “la moda boutique, liberadora”; aquel ready to wear que sonaba entonces gracias al Rive Gauche de Yves St. Laurent, y en el que cada casa de modas quería ser parte. 

La colección sumergida en una tonalidad crema, dorada, gris y con golpes de estampado animal se mostró entre un decorado único. La artista india Shakuntala Kulkarni, exploró el cuerpo femenino y su relación con los diferentes espacios transmitieron una fuerza de esa feminidad pluralista, autónoma y versátil, reactivando ese momento clave de libertad creativa del que Miss Dior es un emblema. Tonalidades doradas, cremas, entre esculturas monumentales, y murales. Las modelos en sutiles atuendos reflejaron la fuerza femenina que el arte que las rodeaba proyectaba. 

Recordemos que el lanzamiento en 1967 de Miss Dior, se trató de una línea femenina que introdujo el prêt-à-porter y que el entonces director creativo, Marc Bohan confió a su asistente Philippe Guibourgé con resultados sorprendentes. El reto de la moda entonces era hacer vestidos que pudieran reproducirse, y que, sobre todo, se adaptaran a un ritmo de vida acelerado. Así, la cultura visual unió el arte, la moda, la arquitectura y la música para idear un fresco espontáneo, una forma de expresión sin precedentes.

Gabriella Crespi, fascinante fuente de inspiración para Marc Bohan, fue artista y diseñadora, creadora cosmopolita y, para Chiuri simbolizó esa generación pionera de mujeres independientes decididas a hacerse un nombre a través de su trabajo. Muchos de sus objetos y arte contribuyeron al éxito de las direcciones de Dior a lo largo de esos años. Esta muestra posee la particularidad que es fácil de llevar, y viene pensada con alternativas dónde la inclusión para formas femeninas está presente por doquier, siempre enviando un mensaje explicito, subliminal y con clase.