Escrito por Pedro Lázaro
Fotos suministradas
-Esto es un recuento de mi experiencia con Iris Apfel, a quien conocí en el 2005 mientras filmaba mi documental Our Passion For Fashion, (de Guayaberas y pasacintas) en el cual esta participó-.
Pedro Lázaro
El 20 de octubre del 2016 una joyería local celebró la aparición en Puerto Rico de la señora Iris Apfel. La decoradora neoyorquina, quien fue mejor conocida por su estilo irreverente y extravagante en el vestir, llegaba a la Isla con una marca de joyas que lanzaba en dicho establecimiento.

Por más de tres décadas los círculos sociales en la gran manzana reconocieron a Apfel como la dueña de la casa de textiles, y decoración de interiores “Old World Weavers” y por el estilo “off the wall” de este personaje. Según ella, a pesar de haber trabajado hasta en la Casa Blanca durante la presidencia de John F. Kennedy, y Nixon, también fue conocida por su suspicacia, rapidez con el sarcasmo humorístico, sus negocios, y sus “looks” de muestrarios couture y ventas al pasillo.

Ese 20 de octubre, yo también decidí hacer acto de presencia para así ver si después de diez años Iris Apfel se acordaba de mí. Para esas fechas me encontraba escribiendo para una revista y mencioné a la directora en turno que interesaba cubrir el evento. La encargada asignó a un fotógrafo para que le tomara fotos a la “Señora del armario infinito”.

Todo estaba listo, y esa noche llegué a la entrada de la joyería donde tuvimos que hacer una fila para entrar a saludar a la auto proclamada “adolescente geriátrica”. Me volví a preguntar: ¿se acordará Iris de mí?”

En Puerto Rico mucha gente conocía de Apfel gracias a mi documental “Our Passion For Fashion” (De guayaberas y pasacintas) grabado en el 2005 y el cual fue proyectado en el 2006 en el Fine Arts de Hato Rey, y luego televisado por W.I.P.R., canal 6. La filmación del documental en el Costume Institute del Metropolitan Museum of Art coincidió con el montaje y estreno de una exhibición de las pertenencias, moda y accesorios de Iris Apfel.

Así fue que entre en contacto con la artista, y ese también fue el comienzo de una ola de reconocimientos para la acaudalada coleccionista.Tuve la suerte de conversar y compartir con Iris en más de una ocasión. Hasta la entrevisté en su apartamento en Park Avenue. En otra ocasión coincidimos en un desfile de la marca Bill Blass y luego fui a visitarla durante la apertura de su exhibición de vestidos, esta vez en Palm Beach, Florida, donde incluso almorzamos. Retrocediendo unos años antes de la visita de Apfel a Puerto Rico, coincidimos nuevamente en NY.

Luego de presentar mi documental tuve una incómoda experiencia con uno de los asistentes del museo, después de presentarnos a una serie de personas, me llamó exigiendo que yo le pagara por haberme presentada a estas personas, cosa que nunca había ni propuesto, ni discutido, y mucho menos acordado. Este incidente le costó el empleo al asistente del MET, y resulta que este señor era muy amigo de Iris. Es esa ocasión le comenté a Iris lo que me había ocurrido con este señor, ella se mostró algo molesta, y me respondió: “Él se dedica a eso”.
Yo me quedé mirándola fijamente, y le respondí: “Yo lo conocí como un empleado del museo, no como un relacionista público”. A pesar de esto estuve en contacto con la decoradora por un tiempo, pero Iris se hizo demasiado famosa. Apareció en todas las revistas de moda, los diseñadores del momento se inspiraron en su forma de vestir, y le dedicaron sus desfiles. En adición, Iris fue contratada para prestar su nombre a líneas de accesorios, ropa, gafas, en fin, el mundo de la moda se rindió a los pies de Iris Apfel.

Regresando al evento en la joyería, una vez parado frente a Iris, quien miraba algo incrédula mientras me bajaba un poco para estar a su nivel, porque estaba sentada, le pregunté: “Iris te acuerdas de mí? Apfel me miró a los ojos, y me dijo: “¡no!”. Le comenté que antes de que ella se hiciera famosa yo la había entrevistado, y que me alegraba de su fama -bien merecida- y su longevidad. Le entregué la copia del documental y me tomé una foto con una Iris algo incómoda, que se desvanecía en medio de una fama que había llegado tarde, y a pesar de su atuendo tres tallas más grandes que ella en azul cian.

El debut y la vida de Iris Apfel fue tan fantástica como su despedida. La diseñadora, decoradora y autora falleció el primero de marzo del 2024, a sus 102 años, haciendo lo que le apasionaba. Dedicó toda su vida a destacarse, a ser reconocida, al precio que fuera…